domingo, 12 de diciembre de 2010

La culpa de mis altas expectativas respecto a los hombres la tiene Disney.

Bien... había empezado esta entrada dispuesta a darlo todo, pero todo lo que quería decir se me ha esfumado tan pronto como me vino.

Solo quería decir, o dejar claras algunas cosas que me están taladrando el alma.

A veces, sentimos como alguien nos atrae sin conocerle en profundidad. Y casi siempre, no sabemos como calificar esa atracción... amor? cariño? simple atracción?
De él te enamoraste. Lo sentiste, porque no le veías, no podía ser atracción sin saber su aspecto... solo sabías que consiguió hacerte sonreír. Te hizo pensar que había más vida parte de lo que vivías por aquí.
Más tarde... casi ocho meses después, estás cayendo en la cuenta de que en el fondo todos son iguales. Ninguno perfecto, todos acaban haciéndote daño de algún modo...
Sentir que no vales nada, que para él no significas lo que él para ti. Que no tiene las ganas que tienes tu de saber como está, como le ha ido el día... Hay cosas que no se pueden evitar.
Y no quieres llorar más, no quieres seguir sufriendo por una persona que al fin y al cabo, crees que no era como pensabas.  No quieres seguir pensando en él, ni recordar vuestros momentos, ni siquiera escuchar la canción que un día te dedicó. Pero eso es inevitable... fuiste tan feliz.
Ahora escribiendo esto, estás llorando. Lees lo que tecleas en voz alta, y te das cuenta de lo profundo que te ha llegado esta relación, extraña pero entrañable. Te das cuenta de lo que has perdido y tienes ganas de volver atrás. Volver y hacer las cosas bien. O volver, y no haberle conocido...
Pero hay algo que él no ha cumplido: "estaré aquí siempre para lo que quieras"
Dijo siempre y ya no está. Entonces... ¿quién de los dos cometió el mayor engaño?
Quieres romper sus fotos, borrar sus conversaciones, eliminar su número... pero te lo sabes de memoria. Y para lo demás no te sientes lo suficientemente valiente.
Quieres olvidar lo que algún día te hizo feliz, porque ahora te está matando por dentro. No quieres sonreír al recordar sus palabras de cariño, su risa, sus ánimos... Porque te sientes como si todavía estuvieses viviendo ese verano que con él parecía que no iba a acabar jamás.
Y ahora, tumbada en tu cama a una hora en la que en un día que antes era normal, estarías hablando con él, quejándote de tener que ir a clase o contándole lo que te ha pasado a lo largo del fin de semana, estás sola, mirando el reloj, deseando que retroceda o que vaya más rápido para que el dolor pase. Escribiendo, tweeteando para pasar el rato, y escuchando a Justin Bieber como última solución contra el permanente pensamiento de que no hay un solo chico en la tierra que no esté destinado a hacerte daño.
Han pasado dos semanas sin él, y te han sido eternas. Tienes los ojos hinchados, duermes mal y lloras con facilidad.Estás irritable, cualquier plan te parece mal y no apruebas ni un solo examen que te habías preparado como si te fuera la vida en ello, simplemente para no pensar en que él ya no está, ni para ayudarte con matemáticas.
Llevas tres horas escribiendo esta entrada, porque cada dos minutos, una lágrima aparece en tu ojo derecho. Si, es del que siempre cae la primera lágrima. Llega a tus labios en un fugaz segundo, y se hunde en ellos como si de una esponja se tratara. Sacas la punta de la lengua y la atrapas. Esta salada. Y es la octava vez, contada, que dices en voz baja... "¿Es este el único sabor que tendré tuyo, X....?"
Tus uñas azules acaban de recordarte, el primer día que pusisteis la cam. Vio el color de tus uñas y al parecer le gustó, le hizo gracia. En aquellos días, estábais empezando de nuevo...
Y ahora simplemente recuerdas aquellos días como algo que no debería haber pasado... y solo, porque habías aprendido a vivir sin él.
Y ahora, ya no puedes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario