Una redacción nueva.

Esta redacción la hice para la clase de lengua. Para un concurso sobre la violencia de género. Me sobran 19 palabras porque debía ser de un máximo de 300. Pero bueno, supongo que la profe me ayudará a quitárselas. Espero que os guste.

QUERIDO DIARIO

Llevábamos trece años de relación. Nunca me había puesto una mano encima. Bueno sí, de vez en cuando se le iba la mano, pero él me quería, y siempre me pedía perdón. Si lo hacía, pensé, era porque me lo merecía. Él siempre lo hacía todo por mi bien...

Fue entonces cuando empecé a echar de menos a mi familia, él no me permitía ver a nadie.

Poco a poco, dejé de salir a la calle, y de ver a mis amigos. Dejé toda mi vida, y la cambié por cuatro paredes blancas. Esas mismas paredes que habían sido testigo de tantas cosas y tanto que había compartido con aquel hombre, mi marido, que se había convertido en alguien totalmente desconocido.

No salía de aquella casa para nada. Las ventanas siempre estaban cerradas, por lo que me fui acostumbrando a esa penumbra, tanto, que el mínimo rayo de luz dañaba mis dilatadas pupilas.

Después de tantos años de convivencia, le conocía como la palma de mi mano. Y como la suya. Es más, me empecé a dar cuenta de que cada vez conocía las líneas de sus palmas más que su propia personalidad. Había cambiado.

Aquello no me parecía del todo incorrecto. Él me quería, y de alguna forma, así lo demostraba.

Sabía que las bofetadas, los puñetazos y el agarrarme del cuello no eran, ni mucho menos, muestras de cariño. Pero no sabía qué hacer.

Llevaba lo menos un año sin mantener contacto con nadie, salvo el salvaje con el que me di cuenta que vivía. Quería, necesitaba a mi madre más que nunca. Pero ni siquiera sabía como hablarle.

Me sentí sola como nunca, por lo que empecé a idear la manera de pedir ayuda.
Después de mucho pensarlo, decidí escribir este diario.

No quería denunciar, no podía. Y no sabía cómo hacerlo. Por eso, no vivo para contarlo... Solo queda mi recuerdo estampado en estas líneas.